La PF y el ¿des?-entrenamiento mediante juegos reducidos

¿Conocemos las demandas de nuestro deporte?

Nos llenamos la boca de ello. Entrenadores y preparadores físicos nos aventuramos a afirmar que hemos leído y que conocemos las demandas de la competición y en base a ellas diseñamos nuestros entrenamientos. Posiblemente, se esté cumpliendo el llamado sesgo de la ilusión de control, tan presente en el ser humano. Gracias a creer que «controlamos» a qué nos enfrentamos, obtenemos una sensación de que estamos desempeñando nuestro trabajo de forma óptima.

Lo cierto es que, incluso teniendo en cuenta el enfoque reduccionista que se ha otorgado al estudio de las demandas de la competición (centrándonos principalmente en las condicionales y obviando otras dimensiones con tanta o más influencia en el rendimiento deportivo), aún sabemos muy poco de cómo la lógica interna del juego y la dimensión táctica pueden modular las demandas condicionales de nuestro deporte.

Demandas de movimiento en competición en función del esquema de juego (@albertorm7).

Si nos remontamos a lo más simple dentro de la complejidad de un modelo de juego, el esquema de juego (que no es más que la disposición inicial de los jugadores), ya tiene una gran influencia en las demandas condicionales de nuestros futbolistas. De la misma forma, la propia lógica del juego, sus fases en concreto, modulan de forma clara las demandas condicionales de los jugadores en función de su posición. Tan sólo dos acercamientos tan superficiales nos muestran la importancia que tiene la táctica como eje vertebrador de las demandas condicionales del fútbol.

Demandas de sprint en función de la posición y la fase del juego (Paul Caldbeck, @caldbeck89).

Entonces, si ni siquiera las demandas condicionales pueden entenderse de forma aislada de la dimensión táctica o del modelo de juego de nuestro equipo… ¿cómo podemos diseñar juegos reducidos (JRs) orientados exclusivamente a una capacidad física? ¿qué sentido tiene diseñar este tipo de tareas para entrenar la fuerza, la resistencia o la velocidad? ¿puede ser de utilidad diseñar juegos de posesión en un modelo de ataque directo y repliegue defensivo?

Remontándonos al origen de los JRs, surgieron a partir de una necesidad de acercarnos a la competición (Owen et al., 2014) y de entrenar de forma conjunta aspectos técnico-tácticos, físicos y psicológicos (Hill-Haas et al., 2011). En sus inicios, tuvieron múltiples detractores dentro de la preparacion física del fútbol debido a su naturaleza variable (como el propio fútbol) y a la imposibilidad de controlar la carga externa de los futbolistas cuando los practicaban, llegando a afirmar que no eran útiles para mejorar la condición física. De vuelta con el sesgo de falso control.

Con el paso del tiempo, evidencia científica (Impellizzeri et al., 2006) y práctica mediante, es comúnmente aceptado que los JRs pueden mejorar la condición física de nuestros futbolistas. Esto ha supuesto un paso importante en la preparación del futbolista, pero no podemos quedarnos anclados ahí. Cabe aclarar que en las siguientes líneas me voy a referir exclusivamente al preparador físico de campo, sin ningún afán de menospreciar la labor de los especialistas en entrenamiento de fuerza o prevención de lesiones, los cuales son de vital importancia en el fútbol actual.

Cada vez observo más compañeros, entrenadores y preparadores físicos, diseñar entrenamientos en base a JRs para mejorar la fuerza, la resistencia o la velocidad. Parece que es suficiente con el hecho de introducir un balón en la tarea, pues el objetivo es el mismo que sin él. Herramientas, planificaciones, hojas de ruta, documentos de todo tipo con información de gran utilidad sobre qué, cómo y cuando diseñar en función de las demandas físicas, pero que olvidan lo más importante. No tienen en cuenta el eje vertebrador, la dimensión táctica.

«El fútbol debe tener como núcleo director la dimensión táctica, porque es en ella y a través de ella que se expresan los comportamientos que ocurren durante el partido»

Garganta, citado por Guindos (2015).

El conocimiento del aspecto condicional es necesario. Está claro que el modelo de juego también suda, que un desmarque de ruptura conlleva una aceleración y posiblemente una carrera de alta velocidad. Pero debemos tener en cuenta que estas manifestaciones condicionales se producen en base a una interacción técnico-táctica del futbolista, con una intención táctica, que da respuesta a una posibilidad que percibe en un determinado momento del juego, y que a su vez, está influenciada por el modelo de juego del equipo en concreto, así como por una amplia variedad de factores que cometemos el error de olvidar y sobre las que me gustaría reflexionar en futuras ocasiones.

No podemos olvidar que acercarnos a las demandas de nuestro deporte no es sólo conocer qué ocurre a nivel condicional en nuestros futbolistas. El preparador físico de campo (cada vez menos físico y más global debido a la especialización de nuestra figura) debe entender el juego en todas sus vertientes para poder diseñar de forma consecuente a la complejidad del fútbol. Debe conocer el modelo de juego, sus diferentes fases y las características contextuales que lo definen, e incluso participar en su elaboración para poder proponer estímulos de entrenamiento que de verdad tengan máxima conexión con la competición. Debe saber manejar el formato de las tareas de entrenamiento para provocar los comportamientos e intenciones tácticas deseadas en función del modelo. Debe dejar atrás el paradigma mecanicista predominante en las facultades y sumergirse de lleno en el mundo de la incertidumbre propia de un deporte como el fútbol. Y, por supuesto, debe controlar las variables de espacio de juego, número de jugadores, densidad, duración, polarización, superioridades, etc. para orientar los JRs hacia una determinada capacidad condicional.

Si no somos capaces de acercarnos al modelo de juego de nuestro equipo, no dejaremos de tener un papel secundario. No dejaremos de ser «el de los calentamientos», «el de la primera media hora», o «el que pone a tono a los jugadores». Quiero creer que, como colectivo, somos capaces de aportar algo más que eso al futbolista.

«El progreso consiste en el cambio»

Miguel de Unamuno.

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